La Catedral de Segorbe, sereno esplendor

Fotografías de Ramón Abad

David Montolío (DMiT)

     Todo empezó como por casualidad, como por un afán didáctico y una curiosidad innata propia de un niño. El autor, retratador de instantáneas a través de su mirada, una vez transitó por el crucero de la Catedral ya no quiso dejar de hacerlo, dando rienda suelta a su arma esencial, la contemplación por la fotografía, para poder utilizar sus materiales gráficos en la captación de detalles nunca vistos por nuestros ojos. La imagen capturada, sin embargo, ha terminado por atraparle y mudar su espíritu hacia una intensa y callada actividad creativa, convirtiéndole en un artista de referencia en su entorno, maestro de maestros.
     La muestra, inédita en su campo, revela fracciones arquitectónicas, juegos columnarios de luminarias, espacios recónditos. Por medio de su experimentada lente de fotógrafo ha sabido captar una atmósfera fresca y nueva del espacio espiritual centenario, donde el espectador descubre y admira lo ya conocido a través del legado histórico de generaciones pero nunca presentado al espectador a través del alma que los siglos han plasmado en los lienzos murales del venerable edificio.
     Mármol, piedra, estuco, madera y alabastro, así como luces, pintura y colores, adquieren y conquistan una nueva dimensión trazada con el cristalino del objetivo, incitando a la lectura humana de la divinidad a través de la sensibilidad y la belleza artística de cada fragmento de tiempo ahora inmortalizado con el “carrete” digital.
     La obra del autor ha fascinado sin medida el recogimiento hermoso de la Catedral entre sus irregulares muros, sobre los que se alza, como faro del fin del mundo, su alto campanario, de perfil recortado por la luz de las estaciones del día. Templo diocesano y Cátedra de obispos, heredera de la sede visigoda Segobricensis, su transitar es ahora desvelado como ámbito de doctrina y sagrado culto pero, también, contenedor de la terrenal casa del Padre donde, como piedra angular, se plasman todos los estilos artísticos. Un verdadero espejo de fe, tesoro de los tiempos, en el que sus pinturas, esculturas e imágenes ahora destacadas sabiamente por la mano del moderno artista, reflejan testimonios externos de sentimientos de veneración, fervor y belleza.
     El recorrido a la Catedral de Santa María, a través de escogidas treinta imágenes, es un auténtico cántico en la recreación del pasado, de la cultura, como plasmación de la más bella Creación. Un lugar desconocido, casi inadvertido, que ahora se hace bien visible, con el deterioro natural de la ancianidad que plasma el tiempo y el sereno esplendor sin duda admirable de su sacra lindeza.